sábado, 13 de junio de 2009

HAMVAS: ¿CUANDO BEBO Y CUANDO NO? IIª PARTE




No resisto la tentación para publicar la primera cita de "La Filosofía del Vino".

¿Cuándo bebo y cuándo no?

Tenemos una sola ley para tomar: en cualquier momento, en cualquier sitio y de cualquier manera. En tiempos serios, para gente seria y pueblos serios, ésto basta. Sin embargo, hoy, lamentablemente, están abusando de esta ley. Escuchaba, que alguien en verano, al anochecer en la glorieta tomaba un vino de Szentgyörgyhegy, mientras leía el periódico. Si no me hubiése contado el caso una persona fiable hubiera dicho, que estaba mintiendo. En verano, en el crepúsculo, en la glorieta tomar un vino de Szentgyörgyhegy, es un gran momento solemne de la vida. En este caso, hay que poner sobre la mesa un mantel amarillo, o rosado, hay que poner flores en una jarra, cinia, o girasol y hay que leer un gran poeta, como Píndaro, o Dante, o Keats. Quien no reconoce estos momentos excepcionales, se debe considerar como una persona perdida.

Hay todavía varios casos bochornosos. En una cena solemne, cuando el ganso joven y graso, confitado lo acompañaron con un joven vino de Szekszárd y uno de los señores brindaba al señor gobernador. Lamentablemente, éstos, hoy el día son cuentos creíbles. En uno de los pueblos me han contado que el prefecto tomaba un vino maduro de Pannonhalma con un plato de espagetti con salsa napolitana. Si ésto es verdad, entonces el prefecto era mentalmente débil, o ateo. Yo sospecho, que era éste último.

La cata tiene la misma ley que el amor: en cualquier momento, en cualquier sitio y de cualquier manera. Sin embargo, en ambos casos son importantes todas las circunstancias. Se debe elegir la estación y la hora del día a cada vino, según su carácter. Hay vino para flojear, vino coqueto, vino para fabular y vino trágico. Es el testigo de la más grande insensibilidad, si, por ejemplo, durante un afable almuerzo familiar ofrecen un vino trágico. Es de igual mal gusto, si alguien en una cena oficial ofrece un vino lujurioso. Si estás solo, afuera, siempre busca un sitio distanciado, el vino prefiere la vista de altura, la perspectiva. Si estás en una sala, primero tienes que poner la mesa con un mantel. Al bárbaro le gusta tomar sobre hule. ¡El pobre diablo! Sin embargo, no, porque no tiene mantel, sino, porque no tiene corazón para la cata. En todo caso, primero hay que comer algo, al menos unas nueces, avellanas, o almendras. Después de comer las semillas aceitosas, el sabor del vino se manifiesta. A finales de otoño, ten castañas en tu casa, sean cocidas, o asadas, o como relleno de un dulce, toma con ellas el vino joven, todavía efervesente. ¡No olvide el crisantemo! Puede ser amarillo, morado claro, o blanco, no importa, sin embargo, debe estar contigo. Castañas, crisantemo y vino nuevo. ¡Acuérdete bién!
A pesar de que la cata no tiene musa, solamente las personas, quienes tienen formación de las musas, quienes siempre leen los poetas, o al menos disfrutan la música, aún, si personalmente no saben tocar algún instrumento, o disfrutan la pintura, saben tomar correctamente un vino bueno. Estas personas también saben elegir el momento correcto para el trabajo, para el paseo, el descanso, la conversación, la lectura, solamente ellos saben que puedes disfrutar el amor y el vino: en cualquier momento, en cualquier sitio y de cualquier manera.

Salud, Ferenc.

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