martes, 12 de mayo de 2009

NO HAY ALMUERZO GRATIS

Si alguien es tan ingenuo que escribe críticas de los restaurantes publicando su nombre, o, además,  su foto, puede tener sorpresas, como el crítico, quien regresó al mismo restaurant de Lyon, después de la publicación de su crítica. El chef se vengó del crítico, echando encima un plato de sopa hirviente. La mayoría de los críticos son más cautelosos.

Ruth Reichl, el crítico muy temido del New York Times se disfrazó cuando visitó los restaurantes. A veces se vistió a una profesora jubilada, después a una modista elegante. Y después regresó, como el afamado crítico. El resultado fue asombroso. A la profesora jubilada la trataron, como a un vago sin techo. A la periodista la trataron como a una reina con mucho pleitesito. Ella cuenta sus aventuras en su libro intitulado " La vida secreta de un gastrocrítico disfrazado". 

El método de Wolfram Siebeck, columnista de los Feinschmecker y Die Zeit fue diferente. Desde hace 50 años escibe sus artículos sarcásticos sobre los restaurantes y sus chefs. Paul Bocuse lo atacaba a puños, porque lo llamaba  a "el cantinero de campo".  Eckart Witzigmann, a quien lo llaman  a "el chef de siglo", le prohibió la entrada a su restaurant. Hace poco Siebeck ofendió a los ingleses por su Heston Blumenthal del "The Fat Duck", diciendo, que "si esto es su mejor restaurant entonces, ¿cómo es el servicio en el resto de Inglaterra?"

La mayoría de los gastrocríticos esconden su cara, incluso, su nombre. Por ejemplo, François Simon jamás apareció en público, solo su editor. También los inspectores de Gault-Millau y Michelin trabajan como desconocidos. 

En Venezuela, donde prácticamente todos conocen a todos, ésto es imposible. Entonces, si uno de vez en cuando quisiera opinar sobre la cocina de un restaurant, de un chef, entonces hay que hacer de manera responsable, mantenerse lo más objetivo posible, evitar la sopa hirviente y también evitar la adulación, los favores no merecidos. Hay que mantenerse lo más independiente posible. En esto campo aún más válido que no hay almuerzo gratis.


Buen provecho, Ferenc.


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